¿Acaso escribir no es un modo de conocer
la estrecha frontera que separa
la locura del in-mundo vivir que nos
propone el encierro?
Paredes y rejas nos aíslan del mundo
en el depositario. No importa.
Aquí estamos escribiendo.
Caracoles, 2005
En Guerreando por el sol
http://caracoles-en-red.blogspot.com/
Paredes que sellan destinos. Acorralan. Desalientan. Presionan. Ajustan el aire. Paredes que golpean, ensombrecen, invisibilizan. Paredes insensatas. Paredes violentas. Paredes criminales.
Dominan.
Atormentan.
Anulan.
Enloquecen.
Paredes sucias, manchadas las paredes. Paredes que contestan: ortiba puta, bichas de mierda, gorda patrullera. Paredes que gritan: te extraño guachito, Morocha sos mi vida, Yanina y Brian los amo, Jesús es tu amigo, Aguante la calle, Nunca digas nunca…
Voces de crayón en las paredes. ¡Cuidado! Escuchan las paredes.
Envilecen, maltratan, despojan las paredes de la cárcel. ¿Rehabilitan estas paredes? ¿Resocializan? ¿Reinsertan?
Paredes frías, impasibles, viejas, descascaradas. Atentan contra el sol de las ventanas enemigas. Abrigan historias de abandono.
Celebrando el encierro, las paredes custodian sigilosas unos pasillos apenas trapeados; caminos que mutilan el alma y se repiten, idénticos en su oscuridad, agobiantes, “encauzando” voluntades descarriadas. Entre el cemento despiadado de esas paredes: andares melancólicos, jirones de mujeres desahuciadas.
Paredes que distancian el Adentro del Afuera. De la pared para acá: el penoso dejarse acontecer de Ellas. De la pared para allá: los otros, el resto, el mundo, la vida.
Paredes bestiales que aplastan cabezas y agrietan corazones. Paredes que atan los cuerpos; controlan, neutralizan. Separan. Reprimen. Destrozan la dignidad humana. Paredes que embrutecen. Desesperan. Asfixian. Derriban los sueños. Fusilan libertades.
La pobreza tiene paredes. Paredes eternas, atemporales, que acaban en púas, en desidia y en muerte. Son las paredes de Marcela (y las de su bebé-destino), las de Sandra, las de Alicia, y las de Mabel -aunque ya no esté-. También las de Gladys, quien se entrega desarmada al abrazo fraterno que una extraña le ofrece como disculpa social; y las de Norma, las de Cristina, las de “la Tota”, las de “la Rosy”… Paredes sin colores, paredes tristes. Paredes que duelen. Lloran las paredes.
Paredes de noche, paredes de día. Paredes o rejas. Paredes.
Rosaura de Abajo
domingo, 7 de diciembre de 2008
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1 comentario:
Rosaura;
despierto esta mañana, y leo tus crónicas de una intensa belleza; escritas con la mirada del testigo; aquel que puede transformar el horror en creación literaria. Sobrevivir a tanta muerte por la maravilla de unos ojos...
¿Podríamos subir algunas de tus crónicas a nuestro blog? Peregrina (integrante del colectivo Caracoles)
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