miércoles, 10 de diciembre de 2008

Producciones de alumnas del T.E.C., publicadas en el Nº 1 de la revista Flores de Libertad

Reina del mar











Sensualidad
Hombres
Reina.
Sensual como ella misma, en todo sentido, en todo momento.
Hombres: una creación única, sorprendente en belleza.
Reina: porque así me siento yo. Así me hicieron sentir cuando fui sensual y fui reina de los hombres.
Aunque haya sido una desdichada en el amor…
Reina del mar, porque me siento libre y con derechos.
Reina de los hombres. Pasaron por mi vida los más hermosos hombres (¡pero no buenos!).
Reina de la sensualidad, porque en todo momento -aunque no esté en el lugar adecuado- me pongo a bailar y soy el centro de atención. Subo a un micro o a un tren y todos giran para verme. Hablo y todos paran para escucharme.


Marina Román
Unidad Penal Nº 8






Con un cuchillo: se puede cortar la maldad.
Con una escalera: se puede subir al cielo.
Una estrella: descubre a las parejas escondidas.
Un edificio: mira al vecino mientras se baña.
Queremos matar: por codicia.
Queremos amar: para vivir.
Si fuera pasto: sería una cancha de fútbol, para que me pisen los hombres.
Si fuera mesa: estaría siempre servida.

Marina Román


¿Morí yo o murió él?

Que anoche morí en mi cama. Eso fue lo que soñé… Había estado leyendo un libro muy interesante de Leo Buscaglia, llamado “Vivir, amar y aprender”. Recuerdo que me transportó en el tiempo y me quedé dormida. De repente, desperté y me encontré en un mundo irreal y fantasioso. Me asusté un poco… Pero seguí mirando muy asombrada. Todo era distinto y sin sentido. ¿Sería por ese libro de Leo Buscaglia? Nunca en mi vida lo había leído. Es más, ¡no lo conozco! A pesar de esto último, sí lo había escuchado nombrar por mis amigas. Era un hombre raro; diría yo, medio loco. No tenía familia, lo habían abandonado. Quizás por eso escribía de esa forma. Pienso que el estar tan solo debe ser como estar muerto. No ser importante para nadie, ¡qué deprimente! No me gustaría estar en los zapatos de ese hombre. Quedó dormido en su cama leyendo un libro y no despertó.

Cadena de escritura
Trabajo grupal
Unidad Penal Nº 8


Sonó

Es lunes. Comienza la semana. Suena el despertador con su timbre chillón. Me levanto exaltada. Son las 8. ¡Se me hace tarde! Tengo que llegar. Ya en la calle, escucho el ruido del motor. Pero hasta que no lo vea no sé si es mi micro. Mientras espero, las voces de los niños que van a la escuela desconcentran mi atención. Al girar para observarlos, escucho la bocina de un camión que previene a las criaturas de que tal mastodonte está por cruzar.
Ya es tarde…

Gabriela Szybut


Poesía de una mujer que llora

La tarde trae recuerdos
guardados en la mente.
Añorando el regreso de su niño,
la mujer llora amargamente.
Recuerdo doloroso
y el corazón abatido.
Llora en silencio.
Llora la mujer
esperando a su hijo tan amado,
que se fue una tarde
y no ha regresado.

Alejandra González
Unidad Penal Nº 33


Como quieres que te quiera

Yo quiero decirte que te quiero. Anhelo que sepas por qué te quiero. Te quiero por tu sencillez, por tu honestidad, por tu sinceridad. Por todo eso te quiero. Y ahora que sé que sabés que te quiero, quiero decirte que esto es amor sincero.

Patricia Montania
Unidad Penal Nº 8


La casa de Amanda

La casa de Amanda era blanca. Cambiaba la cama con sábanas claras. Sentada quedaba porque estaba cansada. La luna brillaba y se reflejaba en el agua salada. Amanda hablaba con su cuñada Marta; empezaba y terminaba, mientras caminaba en el jardín de la casa.

Karina Baroni
Unidad Penal Nº 8


Sentidos

Escucho el cantar de los pajaritos y el murmullo de mis compañeras. Veo por la ventana el día soleado; está hermoso para caminar o jugar a la pelota. Escucho a la maestra cuando habla y explica. A veces escucho las voces de mis hijos, pienso mucho en ellos. Cuando tengo visita los días domingo, aprieto a mi hermano y a mis hijos cuando me hablan.

Andrea Martínez
Unidad Penal Nº 8


Declaración de principios

Las gatas que no compartan, andan haciendo cosas no gratas. Y más que gatas son ratas, porque las cosas materiales -cuando te matan- no te las llevás ni a la lata. Es mejor ser perra y no gata (ni rata). La perra es la más compañera y buena; se conforma con la agradable caricia y las ganas de estar con su alma tranquila, en armonía. ¡Qué lástima las gatas! Lo único que no le agrada a la perra es que no compartan.

Verónica Serrano
Unidad Penal Nº 8


Libertad

Nacemos y morimos en libertad. Pero a veces nos encierran sin saber que nacemos siendo libres. No podemos depender de esa pequeña palabra. Esperamos que ellos la pronuncien o la escriban en un simple papel. Pero no se dan cuenta de que sólo tienen nuestro cuerpo encerrado. Porque nuestra mente sigue estando con nuestra familia. O sea, en LIBERTAD.

Verónica Monte
Unidad Penal Nº 8


Relato en primera persona

Me llamo Mariela, tengo 35 años y cuatro hijos a los cuales no veo desde hace bastante tiempo. Me separé de su padre y hace dos años formé pareja con un muchacho más joven, que está enfermo por las drogas y el alcohol, igual que yo. Nunca buscamos ayuda pero ahora que estoy acá, él está yendo a un CPA para ver si puede arreglar su vida un poco y contenerme a mí, que estoy saturada de problemas.
Soy portadora de HIV y el papá de mis hijos vendió mi casa y se llevó a los dos más grandes a vivir a Misiones. Esta es la cuarta vez que estoy privada de mi libertad por ser delincuente. Todas las veces que salí, tuve muchos obstáculos para conseguir un buen trabajo y terminé siempre robando: lo más fácil.
Tengo a mi papá muy enfermo con presión ocular, gordura y, lo más grave, alcoholismo. Tengo dos hermanos deficientes mentales, que sé que me necesitan.
Quiero luchar y necesito fuerzas para seguir esta batalla y recuperar el amor de mis hijos. ¡Me está matando no saber nada de ellos! Y también necesito fuerzas para luchar contra esta enfermedad que se está llevando mis días…

Mariela Zelada
Unidad Penal Nº 33


Mi infancia y la escuela

Son las siete y media de la mañana. Mi padre me llama para desayunar y luego ir a la escuela. Me levanto, hace mucho frío. Tengo que lavar mi cara y mis dientes. Tomo coraje y rápido meto mis manos en el agua. Me seco, me peino y corro a ponerme el guardapolvo. El desayuno me espera en la mesa, alcanzo a tomar un sorbo y salgo nuevamente corriendo hacia la escuela.
Afuera hay mucha niebla. Mi padre me grita para que vuelva a ponerme un abrigo. Yo me quiero escurrir porque ese abrigo me da vergüenza, pero no puedo. Vuelvo, tomo mi abrigo y me encamino como todos los días hacia el mismo lugar, por las mismas calles llenas de escarcha. Después de caminar seis cuadras, llego a destino.
Ahí está, como siempre, no se ha movido para nada, con su patio de cemento y sus árboles a los costados. Ese lugar que, con el paso de los años, pasó a ser mi segundo hogar: mi escuela, mi familia.

Gabriela Szybut
Unidad Penal Nº 33
(Actualmente, en libertad)


Sueños de Libertad

¿Cómo podría ser libre si aún me encuentro presa de mi pasado? Si pudiera librarme de tanto resentimiento, de tanta nostalgia, de tantas dudas, podría encontrar un poco de tranquilidad dentro de mí y así obtener la libertad para vivir mi vida sin miedo a equivocarme.
La libertad se siente de muchas maneras. Todos somos libres para pensar, para llorar, para reír. Pero a veces uno no es libre para elegir… Cada uno es dueño de sus actos, pero a veces nos incitan a hacer cosas que jamás hubiéramos pensado. Y eso nos deriva a entrar en un mundo de esclavitud donde perdemos la libertad de elegir y hasta de sentir, para luego caer en un pozo profundo del que cuesta salir.

Gabriela Szybut


Vale la pena

¡Cómo quisiera poder recorrer el mundo,
como si fuera una luz fugaz,
y detenerme en un paisaje bello como el mar,
sin tener contrincantes con quienes pelear!
Poder hablar con las estatuas y los árboles,
volver a ser niño con la experiencia de un joven,
hasta llegar a mi vejez.
Estar contenta para vivir, sentir y demostrar que
a veces vale la pena tratar de olvidar
y aunque mi subconsciente cree un clima de guerra en mi mente,
mi naturaleza seguirá siendo la misma.
Me pregunto si estaré volando,
o tal vez nadando en ese mar tan anhelado.
Si sólo es un sueño,
espero despertar en mi hogar,
recostada en el roble que está frente a mi casa,
como pintado con lápices color marrón.
Recordando aquel paisaje correría hacia mi familia.
Con suavidad y sin asperezas,
los tomaría en mis brazos, y como una fiera
que corre por la selva, desesperada tras su presa,
con la misma pasión de supervivencia,
los elevaría al cielo ida y vuelta,
para impactarlos con su belleza.
Si me preguntan si cambiaría algo de mi vida
contestaría que seguiría viviendo de la misma manera.
Si cambiara algo, no tendría lo que hoy tengo
y estaría muriendo de tristeza.

Gabriela Szybut


Nos queda el amor

Ya ves que no soy una pesimista. Ni una desencantada, ni una vencida. A mí no me ha derrotado nadie. Y aunque así hubiese sido, la derrota sólo hubiera logrado hacerme más fuerte, más optimista, más idealista. Porque la única derrota en este mundo es de los que no conciben un ideal, no tienen un dios; de los que no ven más que el camino de su casa al negocio.
Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme de mi campo de batalla. El territorio de mi estrategia es infinito. Y puedo fatigar y destruir a mi adversario, desarmarlo, obligarlo a retroceder por la fuerza y por el interés que no resiste mucho tiempo.
¿Y entonces? ¡Nos queda el amor guardado! Y esa es mi gran conquista. Mi ejército, invisible e invencible.

Cristina Chávez
Unidad Penal Nº 8


Él

Extraño su caminar, su silbido cada vez que llegaba a la casa, su forma de hablar -apurado, como queriendo hacerse el malo-, los ojos marrones que resaltaban en su cara, sus lunares y su mirada tan tierna. Su cabello no muy largo, renegrido, ondulado. Sus manos suaves y medianas, que acariciaban siempre a sus hijos y a mí. Lo extraño mucho. Es mi marido.

Cristina de los Ángeles Figueroa
Unidad Penal Nº 33

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